abril 2009


 

bloggers01Pues sí, algún que otro puede poner en la casilla de cualquier formulario offline o online que su profesión es blogger, para ser más exacto, 452 mil según el Bureau of Labor Statistics estadounidense.  Una profesión que,  por el número de sus miembros está por detrás de los 555 mil abogados y juristas,  y por delante de 394 mil informáticos o los 289 mil bomberos.

Según un artículo de  Mark Penn, publicado en The Wall Street Journal, en los Estados Unidos,  de los 20 millones de bloggers norteamericanos, 1,7 millones obtienen algún beneficio económico y, entre ellos, unos 452 mil, tienen en su blog su fuente primaria de ingreso. Para Penn, si los periodistas son el cuarto poder, los bloggers ya son el quinto poder.

Un blogger con un promedio de cien mil  visitas únicas al mes, puede ingresar unos 75 mil dólares de media al año. Una buena entrada se puede pagar entre 75-200 dólares, y algunos de ellos actúan de “spokesbloggers“, es decir dedicados a escribir favorablemente sobre algún producto o  servicio para un publicista o empresa. No es fácil superar las barreras de entrada, pero uno puede acabar trabajando para una empresa, convertirse en superconsultor o escribir para sitios web con mucho tráfico. Los que trabajan para empresas pueden ganar entre 45-90 mil dólares. El uno por ciento de los profesionales ingresa cerca de 200 mil dólares.

Los profesionales de los blogs están en pleno crecimiento, al mismo tiempo que los profesionales del periodismo descienden. En Washington DC el número de periodistas de los grandes diarios, se ha reducido en un 79 por ciento en los últimos años, en cambio, es la ciudad de los Estados Unidos  que concentra el mayor número de profesionales del blog.

Pues eso, a ver cuando podré poner de profesión: “Bitacotero”.

Es curioso como el gurulollas del Dans está intentando capear con el tema de que los tipos estos de Security By Default le están tomando el pelo día sí, día también. Él intenta dar a entender que se lo toma de buen humor y con buen rollo, aunque mucho me temo que la realidad es bien distinta. Hace eso más que nada porque no le queda más remedio, puesto que admitir que, por un lado, estos tíos toman el pelo como quieren a alguien que es (supuestamente) un usuario avanzado de este tipo de servicios, sería como admitir que a un usuario normal y corriente, se le puede liar la de Dios es Cristo con estas herramientas, y por tanto, que toda su cancamusera teoría está totalmente equivocada (que si estas tecnologías son seguras y sin ningún tipo de problema para el usuario, que si nuestros datos están a buen recaudo e inaccesibles a los hacker y grandes corporaciones, etc, etc, etc…). A continuación reproducimos el texto original de la entrada, que ya es la segunda (que recuerde) que dedica a capear como puede a los chicos de Security By Default:

Por nexus 2.0

digg0wnedEsta vez le ha tocado a Digg. Los chicos de Security By Default, dispuestos a hacerse con el premio “semos peligrosos”han descubierto un bug importante en el sistema de captchas de Digg, y lo han reportado convenientemente (más detalles en su entrada). Tras recibir únicamente un mensaje automatizado, esperar unos días, y comprobar que la vulnerabilidad seguía ahí, han optado por lanzar un ataque, del que no darán detalles, lógicamente, hasta que haya sido corregida.

Para lanzar el ataque, escogieron varias noticias a promover, una de las cuales apuntaba a mi blog. No he tenido absolutamente nada que ver en ello, ni sería la entrada que yo habría escogido en caso de que alguien me dijese que una entrada mía podría llegar a la portada de Digg, ni tampoco la manera en que habría escrito el titular, pero mi implicación ha sido completamente inexistente: aunque sabía que en Security By Default estaban jugando con éste tema porque me cruzo mensajes con ellos de vez en cuando, en ningún momento se me ocurrió que fuesen a utilizar para ello una noticia mía.

Pero ya que estamos ahí, intentemos aprender del tema: la noticia subió tras 180 diggs y sin ningún comentario, algo que debería haber levantado algunas alarmas: en el caso de Digg, rara es la noticia que llega a portada sin un buen número de comentarios. Tras la llegada a la portada, que se produjo por la mañana en España, pero durante la noche en Estados Unidos (supongo que la ausencia de controles manuales a esa hora puede haber tenido algo que ver), la noticia empezó a recibir algunos votos y comentarios genuinos “por simpatía”: a la hora de publicación de esta nota, llevaba 222 diggs y diez comentarios, empezando con un irónico “It’s quiet in here…” de un usuario perspicaz 🙂

En cuanto a trafico, realmente no ha sido gran cosa. La noticia estaba escrita en castellano en un sitio en inglés, hablaba de España, y la gente durante la noche suele tener el vicio de dormir: en el pico máximo de tráfico desde Digg, las visitas llegaron a suponer escasamente un 5% de mi tráfico total (como comparativa, alguna portada de Menéame en hora punta ha llegado a representar el 55% de mi tráfico total medido sobre las últimas dos mil visitas). Por supuesto, la cosa es simplemente una “travesura” con buena intención y carece completamente de importancia: todo es completamente falso, votos y votantes, hasta que la noticia subió. Pero como testimonial, como dice Yago Jesús, “para ver in situ como un mega-portal valorado en ‘miles de millones’ puede ser manipulado con un poco de imaginación”, la cosa es más que interesante. Sobre todo si tenemos en cuenta que existen empresas dedicadas a vender la aparición en la portada de Digg como si fuera un producto que realmente pueden controlar… y que posiblemente puedan, al menos hasta cierto punto. Esperemos la reacción de Digg al respecto y el pronto arreglo de la vulnerabilidad para conocer el resto de la historia y el “cómo se hizo”, que me imagino tendrá que ver conesta otra entrada publicada por ellos mismos hace unos días (también en inglés).

Por Nexus 2.0

julio-alonso

Entre los nuevos aspirantes a gurulollas en la cancamusa 2.0, tiene un papel relativamente destacado el Señor Julio Alonso.
Desde su blog «merodeando», intenta convencernos de sus gurulolleces, jugando al despiste en beneficio propio, y diciendo medio mentiras, que no serán descubiertas por el españolito medio con un dedo y medio de frente (ya podeis ver en la foto que él tiene bastante más). Es muy sospechoso que esta gente siempre se queje de lo mismo: que si la falta de libertad en los medios tradicionales, que si su unidireccionalidad, que si la censura (que ellos no tienen inconveniente en ejercer desde sus medios), que si no hay derecho a que no nos dejen descargar todo por la cara y sin pagar, que si la industria debe cambiar su modelo de negocio (aunque nunca dicen a cual), que no puede ser que haya rentistas de los derechos de autor, que no puede ser que se forren a costa del consumidor…Muy curioso, muy curioso que tengan todas esas preocupaciones sociales…y ninguna otra. Pero todo quedará explicado en próximas entradas, no os preocupeis. Pero pensad, pensad por qué a todos los gurulollas le da por defender unos derechos, y otros no. Pensad por qué les entra la rabieta cuando algún autor cobra por sus legítimos derechos y se forra (o no) y no les importa que un piloto de fórmula uno cobre en una hora más que todos sus trabajadores de la oficina de Weblogs juntos en toda su vida. A todos se les verá el plumero, no os preocupeis.

 

detrasdescargasLa actual discusión acerca de las descargas está escondiendo, en realidad, un dilema mucho, muchísimo más complejo, que vale la pena explorar. En primer lugar, se fundamenta en una dialéctica completamente falaz, como bien comenta Julio Alonso, en la que se pretende oponer de manera burda a “los creadores de contenidos que generan cultura, puestos de trabajo y bienestar” con un “bando opuesto que son unos piratas que roban contenidos de terceros, destruyen la cultura y no generan nada bueno”. Hablamos, por tanto, de la lucha de “lo viejo contra lo nuevo”, de los “neoluditas rentistas de la propiedad intelectual del siglo pasado” que quieren seguir explotando ésta ad infinitum mediante los mismos modelos de siempre, contra los nuevos creadores: una batalla que, para su pesar, se desarrolla en un entorno en el que todos somos autores y podemos generar contenidos.

¿Quienes son los verdaderos protagonistas de esta guerra? Por un lado, los usuarios de Internet, el primer medio verdaderamente bidireccional y libre. Ni los periódicos, ni la radio, ni la televisión, ni nigún otro medio fue nunca bidireccional: se limitaba a ser un canal unidireccional en manos de una serie de personas que, apoyadas en el mismo, obtenían grandes beneficios y “controlaban” todo, desde el entretenimiento hasta la opinión de los demás. La verdadera guerra es, como dijo la ministra González-Sinde, por “controlar Internet”. Por convertirlo en un medio inofensivo, mucho más parecido a los anteriores, un medio en el que haya que tener una licencia para emitir, un control para publicar, un permiso para opinar. Y en esto juegan un papel fundamental tres poderosísimos grupos de interés íntimamente relacionados:

  1. El lobby de las telecomunicaciones: una de las industrias más poderosas del mundo, y con el detalle de ser quienes poseen las infraestructuras sobre las que se desarrolla la sociedad de la información. Su lucha es meramente económica: pretenden no ser únicamente “infraestructuras”, sino apropiarse de parte del valor de lo que circula por ellas. Para ello, pretenden eliminar una de las características más importantes de Internet, la llamada neutralidad de la red, para así poder hacer llegar sus contenidos o los de aquellas empresas que paguen por ello con mejor calidad de servicio que los de aquellos que no lo pagan. Una Internet sin neutralidad de la red dejaría de ser Internet, y pasaría a ser algo mucho más parecido a la televisión o la radio: unos cuantos canales de empresas que pagan, y un canal libre de baja calidad en el que se desarrollarían contenidos fuera del alcance del público general. Es, sin duda, la amenaza más importante para la red, muchos llevamos mucho tiempo avisándolo, y ahora la tenemos completamente encima de nuestras cabezas. Tanto, que se vota este próximo 5 de Mayo. Además, eliminar la neutralidad de la red permitiría a las empresas de telecomunicaciones convertirse en “guardianes” de la misma: bloquear sitios web sin la intervención de ningún tipo de autoridad judicial, imponer sanciones o expulsar de la red a quienes consideren que incumplen sus condiciones.
  2. El lobby de los derechos de autor: tras más de cien años controlando los canales por los que se podía acceder a sus creaciones y decidiendo qué circula por elos y qué no, la industria comercializadora de derechos de autor (ojo, no confundir con “los creadores”) pretende seguir haciendo esto mismo. Una idustria fundamentada en torno al pago por copia, que acostumbrada a la propiedad de los medios necesarios para crear estas copias, pretende ignorar el hecho de que en la sociedad de la información, todos podemos generar copias sin ninguna limitación. El problema no es que descarguemos o que copiemos, el verdadero problema es que dejan de controlar nuestros gustos y nuestras preferencias, dejan de ser quienes seleccionan y deciden. En realidad, los creadores están mejor en un entorno en el que pueden llegar más fácilmente a su público, pero se ven presos de una paradoja: si ya eres un creador consagrado, prefieres un mundo en el que otros, para llegar a donde tú estás, tengan que pasar por filtros parecidos a los que tú pasaste en su momento. Y si estás aún por consagrar, crees que la única manera es pasando por firmar sus contratos, porque como en todas las revoluciones, el modelo alternativo aún no está presente cuando el anterior cae. Por supuesto, apoyan todo lo que el lobby de las telecomunicaciones quiera hacer, porque eso les proporciona un mayor nivel de control. Y además, entran en abierta connivencia con el tercer lobby, el político, participando en campañas y tomando abiertamente partido por aquellos que defienden su modelo de negocio. El hecho de que los derechos de autor sean uno de los principales productos de exportación de países como los Estados Unidos hace que su gobierno lo defienda como solo se defiende a una de las principales industrias de un país.
  3. El lobby político: juega un importantísimo papel a la hora de otorgar y mantener las prebendas de los otros dos y las suyas propias. Hablamos de políticos acostumbrados a manejar un entorno conocido, en el que la opinión se canalizaba a través de unos pocos medios de comunicación. Ahora, ven la red con recelo, como un lugar en el que el control resulta imposible, en el que cualquiera puede hablar al volumen que sus contertulios le otorgan. Los intentos por implantar un control o una licencia para publicar en la red, como en Francia o Italia, no son en absoluto casuales: la red es un entorno en el que pocos políticos se mueven a gusto, y por eso añoran los tiempos en los que podían ejercer control simplemente levantando un teléfono y hablando con el director de periódico de turno, cuya complicidad podían además pagar mediante publicidad institucional. El partido en el poder controlaba los medios porque controlaba el presupuesto de publicidad institucional, y podía tener poder de decisión sobre la comunicación mediante los adecuados esquemas de filtraciones, entrevistas, etc. Por otro lado, el lobby político norteamericano se ve en la obligación de defender a una de sus industrias más importantes, y pretende que el resto de los países hagan lo mismo, aunque no tengan exportaciones que defender en su balanza comercial o estas sean, como en el caso de España, completamente insignificantes.

Estos son los tres poderes detrás de la oposición a algo tan natural, tan vinculad a Internet, como la posibilidad de descargar lo que a uno le venga en gana. No se trata de que nadie robe nada, ni de que unos sean “piratas” y otros “creadores”… En la sociedad en red, creadores somos todos los que tenemos acceso a la red: creamos textos, vídeos, fotos o lo que queremos crear en cada momento, para audiencias grandes o pequeñas, con total manejo de unos medios de producción antes reservados a unos pocos. Lo que estamos viviendo es, como decíamos, la lucha de “lo viejo contra lo nuevo”, y sobre todo, una fortísima ofensiva de los Estados Unidos por defender una de sus industrias principales, la exportación de propiedad intelectual. Aquí vale todo, así haya que nombrar cargos públicos en abierta connivencia con los intereses de una sola de las partescondicionar la entrada de un país en la World Trade Organization al cierre de una página web, o manipular un juicio poniendo a un juez de parcialidad abierta y demostrada. Todo vale.

Como claramente lo comentó este artículo de Expansión, el gobierno español tiene la necesidad imperiosa de mostrar que puede “controlar el problema de las descargas” antes de la visita de Joe Biden a Europa a mediados de este año. Y la pregunta es: ¿defiende el gobierno español a la cultura española o los intereses de la industria del copyrigh norteamericana? Que Estados Unidos defienda un modelo cultural determinado que claramente le favorece no quiere decir que todos los países tengamos necesariamente que apoyarlo, y menos si a nosotros no nos va tan bien porque nuestra cultura no se exporta prácticamente nada. Posiblemente, la cultura española estaría mejor defendida mediante modelos basados en fórmulas mucho más abiertas de miras, más centradas en los mecanismos que utiliza, por ejemplo, el que es cuantitativamente nuestro mejor producto de exportación, una serie de animación como Pocoyó, que nunca ha manifestado ningún problema con el hecho de que su propiedad intelectual sea utilizada por terceros para crear obras derivadas. Modelos menos restrictivos, basados en el conocimiento de la red, la viralidad y sus mecanismos, y que bien podrían aplicarse a muchos más creadores españoles si el gobierno, en vez de obcecarse con modelos caducos, intentase desarrollar un pensamiento propio en ese sentido y protagonizar un modelo revisionista de los derechos de autor más adecuado a los tiempos que corren. Pero no, es más facil insultar, calificar de “piratas” a los que hacemos cosas nuevas, y buscar culpables donde no los hay. Total, el activismo de Internet no sale de Internet, jamás llega a la calle, y sus protestas solo les llevan como mucho a romper el ratón a fuerza de darle clics cuando están muy enfadados…

Cuando veas esta discusión, no creas que estás hablando de tu derecho a bajarte cositas de la mula. Estás luchando por mantener la verdadera naturaleza de Internet como un medio abierto, libre y bidireccional. Entérate de lo que hay realmente detrás de las descargas. La cosa va mucho más allá.

 

edansgurulollas

Procedo a definir oficialmente el término “Gurulollas”, en vista de las dificultades que hayan podido tener algunos lectores para encontrarlo.

Gurulollas:

  1. Dícese de aquel gilipollas con internet, labia, amigos, y crédito suficiente para alzar su opinión con enorme proyección hasta ser un referente en cualquier búsqueda de Google, sobre tendencias, negocios y empresas relacionadas con internet.
  2. Todo, eso sí, con la única intención de llenarse los bolsillos, vender humo, hacerse fotos, y quizá algún día si hace el suficiente ruido, dar el salto a los medios tradicionales como la televisión, radio y periódicos. Cabe destacar la enorme capacidad de olvidar sus propias predicciones, sus propios consejos, y sobre todo evitar la ocasión de que se los recuerden.

  3. Maestros de la cancamusa, en referencia al demoledor, realista y gratificante artículo del fucking Fuckosky.

Como referentes y ejemplos de gurulollas podemos encontrar en su máxima expresión:Enrique Dans que proyectó el negocio de Mobuzz, Martyn Varsavsky que está esperando para vender Fon, y Carlos Mantero que está esperando a que alguien le haga caso.

Extraido de: http://www.criandocuervos.com/

 

manuel-m-almeidaManuel M. Almeida

gilí.

(Del caló jili, inocente, cándidoder. de jil, fresco).

1. adj. coloq. Tonto, lelo. U. t. c. s.

https://clondans.wordpress.com/tag/mangas-verdes/

 

Un estudio de la BI School of Management de Noruega descubrió algo más que interesante, aquellas personas que descargan música a través de servicios como BitTorrent o RapidShare son los mayores compradores de discos, al menos los que viven en ese país.

En la investigación se estudió el comportamiento de1901 personas, todos mayores de 15 años, y se descubrió que los que descargan música compran discos 10 veces más que las personas que no lo hacen. Se podría decir que los que las discográficas llaman piratas son las personas que les dan de comer, ya que son los mayores consumidores.

Esto demuestra lo que muchas personas dicen usualmente en los comentarios o incluso en entradas sobre el tema: si escucho un disco y me gusta, tranquilamente podría comprarlo; por otra parte, si ni siquiera sé de qué va el disco, nunca lo compraría porque podría estar tirando el dinero a la basura.

 

mentirasygordasVergonzoso publirreportaje en El País, escrito por Gabriela Cañas y titulado “¿Se acaba el chollo de las descargas gratis?”. Un artículo torpe, mal documentado, con un lenguaje inadecuado, espantosamente tendencioso desde su primer párrafo hasta el último… un artículo que desprestigia a todo un medio y que debería hacer que se les cayese la cara de vergüenza a todos los excelentes profesionales que me consta por experiencia que trabajan en ese periódico. Una verdadera pena.

El artículo comienza achacando a las descargas las pérdidas de una industria que se ha negado a evolucionar, a adaptarse a los tiempos, a crecer con la red en lugar de luchar contra ella. Hablar de una caída de las ventas de discos desde los 600 millones de euros en 2000 hasta los 225 millones del año pasado y hacer responsable de eso a las descargas es una falacia conceptual: los discos no se venden porque, simplemente, no tienen sentido: intentar convencer a un joven hoy en día de que compre un disco hace que te mire como si estuvieses completamente loco, y esta situación no va a cambiar. El fenómeno de las descargas no hace más que sustituir a los discos de una manera natural, y por supuesto, tan completamente inevitable como la esencia misma de la red.

Decir que los hechos recientes indican un cambio de tendencia favorable a los que están en contra de las descargas es otra vulgar mentira. Lo pondré en mayúsculas para que se lea más fácilmente: LAS DESCARGAS NO VAN A PARAR NUNCA, hagan lo que hagan y penalicen lo que penalicen. Lo único que puede parar las descargas es la llegada de otra tecnología que las sustituya porque tenga una propuesta de valor mejor para los usuarios. Nada más. Cualquier intento de detenerlas por la via legal, administrativa, del control o del cambio cultural va a fracasar miserablemente. Decir que España es “lider en descargas” también es una barbaridad que se pretende convertir en lugar común: no es cierto, el índice de descargas de la red es elevado en todas partes, incluyendo esos sacrosantos Estados Unidos donde tanto se persiguen. A pesar de la persecución y el matonismo judicial de la RIAA. las descargas no han dejado de crecer en ningún momento. A más uso de Internet, más descargas. Es lo que hay.

La verdad sobre las descargas es mucho, muchísimo menos simplista que lo que el espantoso publirreportaje de Gabriela Cañas presume. En realidad, esto no es más que una guerra económica. Todos los actores sin excepción de la industria cultural saben que las descargas son inevitables, y que les quedan menos de dos años de negar la evidencia. Todos saben perfectamente que la música se considerará un producto completamente gratuito, y hasta le han puesto plazo: el año 2011. Lo único que intentan es prolongar artificialmente la vida de un modelo imposible, basado en una legislación que el avance de la tecnología dejó completamente anticuada y de imposible aplicación. El Convenio de Berna data de 1886, y fue revisado por última vez en 1996, antes incluso de que surgiese Napster. ¿Cómo pretender que un convenio que ya de por si estaba orientado a proteger no la cultura, sino el modelo de negocio de los vendedores de copias, siga siendo de aplicación en pleno año 2009 y con ene generaciones de nuevas tecnologías transcurridas? ¿Por qué los Estados Unidos, con un Presidente tan progresista y conocedor de la realidad de la red, protegen este modelo de negocio? Simplemente, porque hablamos del único país que llegó a cambiar sus leyes para proteger a Micky Mouse: un país en el que el peso de la exportación cultural en la balanza de pagos es tan sumamente elevado, que tiene que intentar protegerla sí o sí, independientemente de que crea en ello o no lo haga. Están, simplemente, comprando tiempo de reconversión para la mayor industria de su país.

En España, la realidad es patéticamente distinta. Una industria desconectada de su mercado, que pierde espectadores todos los años, que eleva el volumen de subvenciones condicionadas a una agenda puramente política, y que no tiene peso en el conjunto de exportaciones del país salvo en algún caso muy testimonial. Y que por presiones políticas de las organizaciones internacionales se pretende proteger como si realmente valiese la pena, cuando la realidad es que lo que habría que hacer es dejarla morir para que se reinventase sin los propios vicios completamente incurables que padece.

Pero la verdad va todavía más allá: en el fondo, los políticos se alinean del lado de la industria porque temen el escenario de falta de control que la red trae consigo. Donde antes para controlar la opinión pública tenían que controlar a unos pocos medios y periodistas, ahora se encuentran con un entorno con millones de voces imposibles de controlar, con un entorno en el que no se encuentran cómodos, en el que no saben trabajar, en el que ven caer su influencia y su poder. La designación de Ángeles González-Sinde se planteó para, por un lado, crear una cortina de humo que despistase de lo realmente importante, y de paso comprobar que el impacto de una medida tan enormemente impopular e increíble como poner a esa persona como ministra tenía un impacto reducido a la red. La red, en realidad, le trae al gobierno completamente sin cuidado. Donde nosotros vemos un grupo enorme en Facebook apoyando nuestras tesis, ellos ven cuatro tristes y taciturnos gatos, gatos que ademas tienen el culo tan gordo a fuerza de ejercitar únicamente el dedo de darle al ratón que bajo ningún concepto se van a levantar de sus sillas para protestar de otra manera. La probabilidad de que un internauta aparte su cara de la pantalla para dar origen a lo que el gobierno consideraría una verdadera protesta es entre cero y nula, y eso el gobierno lo sabe perfectamente. Por eso juega como juega, por eso lo pone a prueba… por eso tenemos lo que tenemos. Un publirreportaje malo y mentiroso como el de Gabriela Cañas en El País tiene muchísima más importancia que cualquier cosa que escribamos en estos minúsculos blogs que la clase política jamás se ha tomado en serio. Una aparición en un periódico o una radio de esas que creen controlar les duele más que dos mil menciones negativas en ese Twitter que ni saben lo que es. Mañana, media España creerá que las descargas son ilegales, y aunque seguirán descargando lo que les dé la gana, lo harán con un estúpido e injustificado sentimiento de culpa, creyendo que les pueden castigar por ello.

Sigamos así. Sigamos pensando que esto es una cuestión de caprichitos, de poca importancia, de si podemos conseguir música gratis, de ser más pillos… y nos acabaremos encontrando con que Internet, la Internet que conocimos, se convierte en algo tan parecido a la radio, a la televisión y al resto de los medios unidireccionales, que acabaremos sintiendo asco de habernos conocido.

Esa es la verdad de las descargas y de la lucha que estamos viviendo. Una lucha de poder, una lucha económica, una lucha por condenar al sentido común. Lo demás, lo que nos cuenta El País y lo que nos lleva a tener una ministra tan de vergüenza como la que tenemos, son simplemente mentiras. Y además, gordas.

Y luego tiene la cara de decir que lo insultan a él y encima se ofende XDDD

Pues yo desde aquí también digo: Señor E.D, es usted un hijo de puta con mucho tiempo libre y un aspirante a chuleras de barrio (aunque no tiene ni media hostia). Ya le gustaría a usted tener huevos para ponernos a alguno de nosotros la mano encima (si pudiera, claro).

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